Monday, January 19, 2009

Visita al museo Rocsen




Viajar por el tiempo hacía el futuro o el pasado, ha sido y es una de las grandes fantasías y /o proyectos que tiene el hombre. Podría decirse que el cine fue su gran invento, entones, ya que le permitió, al menos en la ficción, lograr esa gran proeza: en 2001 odisea en el espacio se vislumbra como podría llegar hacer una viaje a la velocidad de la luz, en la ante última escena, que es considerada, quizá hoy no tanto, una de las más inexplicables y misteriosas del cine. El hombre no ha podido aún lograr esto, que parece más propicio para la ciencia ficción, sin embargo se vislumbra una posibilidad: La semana pasada vi un documental en history chanel sobre el universo, que hablaba de que en teoría, no está comprobado, podría haber en el espacio, en alguna parte, algo que denominaron agujeros de lombriz, serían como tubos de energía por los que se podría viajar a la velocidad de la luz y así llegar a galaxias tan lejanas que de otra forma no podríamos llegar, y hasta se podría ir al pasado o el futuro. En la actualidad lo más cerca que estamos de viajar por el tiempo, está reservado para los astrónomos que con sos potentes telescopios pueden ver cosas que ocurrieron en el universo hace miles de millones de años. Es, haciendo una analogía, como cuando vemos una transmisión de televisión en diferido. Para los ignorantes en esta materia como yo, todo esto es increíble, el universo es un misterio que no deja de sorprenderme, hay cosas que no las entiendo, fenómenos que superan mi capacidad de entendimiento, debido a mis nulos conocimientos en astrofísica.


Ahora bien, hay una manera de viajar en el tiempo menos extraordinaria, que no requiere viajar a la velocidad de la luz, no obstante te permite ver mucho del pasado en vivo y en directo estando en el presente, y acá en la Argentina: Hace 60 años aproximadamente, un Francés que se llama Juan Santiago Bouchon vino a la Argentina buscando un lugar donde hubiera un microclima para concretar su proyecto personal de hacer un museo polifacético, que abarcara todo lo usado por el hombre en todos los tiempos. Eso se llama museo Rocsen, ahora tiene 40 años de existencia, queda en un pueblo de Córdoba llamado nono, vale la pena conocerlo. Yo lo hice en enero de este año . Empezó siendo un museo de 2 por 2, y ahora abarca una superficie de más de 1500 metros cuadrados, y tiene en la actualidad más de 20.000 piezas: que van desde un cráneo de un romano con una lanza clavada, hasta objetos de todo tipo: las primeras cámaras de foto, tocadiscos y fonolas de la década del 30 y 50, muebles del siglo 19, juguetes de antes , la bajilla que usaba tu bisabuela , bisturís del siglo pasado , escopetas, herramientas de auto de los 80 , instrumentos de música ancestrales, pipas orientales antiguas, una victoria, de las que seguramente usaba Mozart para trasladarse hacía algún reino vecino para deleitar a alguna corte, vestidos del siglo 18, etc. La rareza del museo, es un toro disecado que llego a pesar 1500 kilos estando vivo y mide 2 metros de alto, era de la ciudad de Córdoba, murió el año pasado. Dado que esta hecho sin mucho presupuesto, el lugar es muy precario, y no tiene personal de seguridad, aparentemente tiene un sistema de seguridad, pero me parece que es una fachada para que nadie toce nada. El hecho de que sea un lugar hecho por un particular, hace la gente tenga respeto por la gran obra desinteresada de Bouchon. Él es antropólogo, especialista en arte y un autodidacta de la ciencias naturales, lo cual se nota, está todo muy bien organizado, explicado en un texto que acompaña cada sector.



Si bien los aparatos modernos, son más prácticos, livianos y nos permiten hacer más cosas, lo que se afeo, para mí gusto es el diseño. Un tocadiscos de madera, es algo artesanal, casi una obra de arte, da placer mirar uno. En cambio un equipo de música de hoy, es puro plástico, lo único bueno que tienen es todas las funciones que te brindan. A medida que pasa el tiempo se van usando otros materiales más baratos, se busca la mayor ganancia al más bajo costo, y el diseño, que es un arte, innova todo el tiempo, y hacen cosas lindas ; sin embargo lo de antes me sigue pareciendo más pintoresco. Tampoco hay que irse a un extremo y hacer apología de las cosas del pasado, por ejemplo: las máquinas de escribir tienen su encanto, pero no creo que haya muchos interesados en volver a usarlas; las bicicletas viejas son divinas, pero no para largos trayectos; los autos antiguos me fascinan, si tendría uno lo usaría, pero para dar una vuelta los domingos por la tarde.



En el mundo, hay poco museos como este, es un orgullo saber que acá tenemos uno. Para mí fue el mejor museo que vi en mi vida, me gusta más que los de arte. Podría visitarlo cientos de veces y no me cansaría, es como un viaje en el tiempo, una experiencia visual sublime.

1 comment:

Santiago Javier said...

Hugo, sin querer borré tu comment. Yo llege al museo Rocsen en auto desde Merlo..

Saludos