Friday, February 29, 2008

Riñia callejera


Ayer en la calle vi una escena que me impacto: una madre le gritaba a su hijo adolescente, que estaba en la puerta de una peluquería pero se quería escapar, que entrara y se cortara el pelo (lo tenía un poco largo), que le rebeldía se le iba a acabar, la cara del chico era de miedo, me pareció injusto el pedido de la madre….. No tenía un aspecto desagradable el corte de pelo del muchacho, el único problema es que su madre seguramente no pensaba como yo, pero es una cuestión más generacional que estética, si su hijo viera los peinados que se hacía su madre de Joven, no los va a encontrar de su gusto, a no ser que pueda ver más allá que lo que dicta la moda. Tan grotesca me pareció la situación que no mereció mucha atención de mi parte, y todo los laureles de la estupidez humana se los llevó la mamá de ese joven, que lo único que quiere, y con eso no jode a nadie, es encontrar su identidad a través de un peinado que lo distinga de los demás, mientras que su madre parece una sargenta retrograda…


Homenaje de Woody Allen a Ingmar Bergman

El texto que el director Nuyorquino le dedico a Igmar Bergman lo saque del blog http://gentequenecesitaterapia.blogspot.com/, y lo vuelvo a reproducir aquí:

Un hombre de preguntas difíciles

Woody Allen



Me enteré de que había muerto Bergman en Oviedo, una pequeña y encantadora ciudad del norte de España en la que estoy rodando una película. Cuando estaba en pleno rodaje, me dieron el recado telefónico de un amigo mutuo. Bergman me dijo una vez que no quería morir en un día soleado; como no estaba allí, no sé si logró tener ese tiempo gris que tanto gusta a todos los directores; así lo espero.Lo he dicho en alguna ocasión, hablando con gente que tiene una visión romántica del artista y considera sagrada la creación: al final, el arte no salva a la persona. Por muy sublimes que sean las obras que uno ha creado (y Bergman nos proporcionó un menú de asombrosas obras maestras del cine), no le protegen de la fatídica llamada a la puerta que interrumpía al caballero y sus amigos al final de El séptimo sello. Y así es como, en un veraniego día de julio, Bergman, el gran poeta cinematográfico de la mortalidad, no pudo prolongar su inevitable jaque mate; y con él falleció el mayor cineasta de todos los que yo he conocido.Alguna vez he dicho, en broma, que el arte es el catolicismo del intelectual, es decir, una voluntad de creer en el más allá. Yo creo que, más que vivir en el corazón y la mente del público, preferiría seguir viviendo en mi apartamento. Y es evidente que las películas de Bergman seguirán vivas, en museos, televisiones y DVD, pero, conociéndole, ésa es poca compensación, y estoy seguro de que le habría encantado cambiar cada uno de sus filmes por un año más de vida. De esa forma habría podido disfrutar, aproximadamente, de 60 años más para seguir haciendo películas; una producción extraordinaria. No tengo la menor duda de que a eso habría dedicado el tiempo extra, a hacer lo que más le gustaba de todo: crear películas.Bergman disfrutaba con el proceso. Le importaba poco lo que pensaran de sus películas. Le gustaba que le apreciasen, pero, como me dijo una vez, "Si una película que he hecho no gusta, me preocupa... durante unos 30 segundos". No le interesaban los resultados de taquilla; productores y distribuidores le llamaban para contarle cómo había ido en el primer fin de semana, pero las cifras le entraban por un oído y le salían por otro. Decía: "A mitad de semana, sus absurdos pronósticos optimistas se quedaban en nada". Gozaba del aplauso de la crítica, pero nunca lo necesitó, y, aunque quería que a los espectadores les gustaran sus obras, no siempre las hacía comprensibles.No obstante, las que más costaba comprender merecían la pena. Por ejemplo, cuando uno entiende que las dos mujeres en El silencio no son, en realidad, más que dos aspectos enfrentados de una misma, el filme, que hasta entonces es un enigma, se abre de manera fascinante. También resulta útil refrescar los conocimientos de filosofía danesa antes de ver El séptimo sello o El rostro, pero sus dotes de narrador eran tan asombrosas que podía cautivar, fascinar al público con un material difícil. He oído decir a gente que salía de alguna de sus películas: "No entiendo exactamente lo que he visto, pero me ha tenido en ascuas hasta el último plano".Bergman tenía raíces teatrales y era un gran director de escena, pero su obra cinematográfica no estaba embebida sólo de teatro; se inspiraba en la pintura, la música, la literatura y la filosofía. Su obra examina las más hondas preocupaciones de la humanidad y produce, muchas veces, profundos poemas en celuloide. La mortalidad, el amor, el arte, el silencio de Dios, la dificultad de las relaciones humanas, la agonía de la duda religiosa, el fracaso de un matrimonio, la incapacidad de comunicarse de las personas.Y, sin embargo, era un hombre cálido, divertido, bromista, inseguro de su inmenso talento, enamorado de las mujeres. Conocerle no era entrar de pronto en el templo creativo de un genio temible, intimidante, sombrío y melancólico, que entonase con acento sueco complejos análisis sobre el terrible destino del hombre en un universo deprimente. Era más bien así: "Woody, tengo un sueño estúpido en el que aparezco en el plató para rodar una película y no tengo ni idea de dónde poner la cámara; lo que pasa es que sé que se me da bastante bien y llevo muchos años haciéndolo. ¿Alguna vez tienes tú este tipo de sueños angustiosos?". O: "¿Crees que puede ser interesante hacer una película en la que la cámara nunca se mueva ni un centímetro y los actores entren y salgan del encuadre? ¿O la gente se reiría de mí?".¿Qué contesta uno por teléfono a un genio? A mí no me pareció una buena idea, pero, en sus manos, supongo que habría acabado siendo una cosa especial. Al fin y al cabo, el vocabulario que inventó para investigar las profundidades psicológicas de los actores también debía de parecer absurdo para quienes aprendían a hacer cine de manera ortodoxa. En la escuela de cine (estudié cine en la Universidad de Nueva York en los años cincuenta, pero me echaron enseguida), daban siempre la máxima importancia al movimiento. El cine son imágenes en movimiento, decían, y la cámara tiene que moverse. Y los profesores tenían razón. Pero Bergman colocaba la cámara sobre el rostro de Liv Ullmann o el de Bibi Andersson, la dejaba allí sin moverla, y pasaba el tiempo, y ocurría algo maravilloso y exclusivamente propio de su talento. El espectador se veía atrapado por el personaje y, en vez de aburrirse, salía entusiasmado.A pesar de sus manías y sus obsesiones filosóficas y religiosas, Bergman era un hilador de historias nato, que no podía evitar ser entretenido incluso cuando, en su cabeza, estaba dramatizando las ideas de Nietzsche o Kierkegaard. Yo tenía largas conversaciones telefónicas con él. Me llamaba desde la isla en la que vivía. Nunca acepté sus invitaciones porque me preocupaba el viaje en avión, no me apetecía volar en avioneta hasta un puntito cerca de Rusia en el que la comida iba a consistir probablemente en yogur. Siempre hablábamos de cine y, por supuesto, yo dejaba que hablase sobre todo él, porque me parecía un privilegio oír sus ideas. Veía cine a diario y nunca se cansaba de ver películas. De todo tipo, mudas y sonoras. Antes de dormirse veía alguna película que no le hiciera pensar para relajarse; a veces, una de James Bond.Como todos los grandes estilistas del cine, como Fellini, Antonioni y Buñuel, por ejemplo, Bergman tuvo sus detractores. Pero, aparte de algún desliz ocasional, las obras de todos estos artistas han encontrado ecos profundos en millones de personas de todo el mundo. Y la gente que más sabe de cine, los que lo hacen -directores, guionistas, actores, directores de fotografía, montadores- son quizá los que más veneran la obra de Bergman. Como le he elogiado con tanto entusiasmo durante tantos años, tras su muerte muchos periódicos y revistas me han llamado para pedirme un comentario o una entrevista. Como si yo tuviera algo de valor que añadir a la triste noticia, aparte de volver a ensalzar su genialidad. ¿Qué influencia tuvo en mí?, me preguntan. No puede haberme influido, respondo, él era un genio y yo no lo soy, y el genio no puede aprenderse ni su magia puede transmitirse

Wednesday, February 27, 2008

No al modo imperativo

En una biografía suya, que pasaron por canal “a”, Andres Rivera dijo:” millones de personas han adquirido al hábito de la lectura en el mundo, podrán empezar leyendo “el código da vinci”, pero quizá en el futuro lean el manifiesta comunista”. Más allá de las simpatías y antipatías que cada uno pueda tener por estos dos libros, que están ahí a modo de ejemplo, lo que nos está diciendo Andrés Rivera es que ya el hecho de que haya lectores de lo que sea, es lo importante. No se queda con el prejuicio de que los que leen best sellers nunca van a leer nada mejor, deja abierta la posibilidad para un posible gran lector que vaya evolucionando con el tiempo.



Se puede ver como algo negativo el que hoy en día haya tantos libros publicados, a algunos puede marearlos en el momento de la elección, o no, podemos ver esto como la posibilidad de que aprendamos a discriminar, y darnos la libertad de hacer nuestro propio proceso de crecimiento como lectores, sin sentirnos obligados a leer aquellos clásicos que se supone son cita obligada, ya que no todo le mundo se banca “ el Ulises de Joyce”, ¿acaso Borges, lo leyó entero? Yo opto por el hedonismo, como decía George” la lectura no aguanta el modo imperativo”, si un libro no me gusta y no estoy obligado a leerlo, lo dejo…..



Actualmente estoy terminando el segundo tomo de “ en busca del tiempo perdido”, y debo decirles que sí, estoy leyendo un clásico, y no de lectura fácil, pero lo leo con mucho placer, estoy seguro de que el esfuerzo vale la pena, aunque a veces tenga que detenerme unos minutos de más en el algún párrafo complicado.

Thursday, February 21, 2008

Confesiones de un lector

Si leemos estamos a salvo, nos refugiamos en una gran historia o idea, nos deleitamos con descripciones brillantes, admiramos una prosa, nos identificamos con algún personaje, adoramos a algún escritor, lectores como yo nos sentimos felices. En cambio a la hora de escribir, nos enfrentamos, somos nosotros mismos, y si no escribimos tan bien como nos gustaría, hay que hacerse cargo y mejorar, lo cual implica pasar por momentos de angustia hasta alcanzar el objetivo, todo un esfuerzo que si decidiéramos ser sólo lectores lo evitaríamos. Sin embargo algunos lo seguimos intentando, para al menos no atragantarnos con lo que no llega a salir de nuestra boca, y que va a parar acá o a algún cuaderno marginal que sueña con ser alguna vez algo más, quizá fragmentos de algún cuento o novela. Tenemos la tendencia a idealizar todo lo que leemos, creemos que nunca vamos poder escribir algo así, y eso nos lleva a inhibirnos y escribir poco, ¿cual es nuestro limite? Sería más positivo, si es que queremos ser algún día escritores, recordarnos constantemente que a aquel escritor que admiramos, quizá alguna vez desconfió de su talento, estuvo confundido, disconforme, y al final salio adelante.



Tuesday, February 19, 2008

Pat Metheny - Into the dream / Have you heard

No pude embebeber el video, así que entren acá, es una jazz session de Pat con una increíble orquesta, no se lo pierdan es supremo.

Monday, February 18, 2008

The "device"


Lo que ven arriba es una obra de Jasper Johns, conocido como el pintor de los grises, ya que experimento mucho con ese color. Yo antes tenía cierto resquemor por este tipo de arte ( abastracto) ahora no, me podría pasar horas viendo esta pintura dejandome llevar hacia donde me lleven las distintas tonalidades de grises.


Link: An allegory of painting, 1955 -1965

Me pregunto.....

¿ Por qué será que en los micros que van a la costa pasan siempre tan malas películas, alguno arriesga alguna respuesta?

Thursday, February 07, 2008

Cine independiente

Ví la película “ nobody knows” del prestigioso director japonés Hirokazu kooreda basada en un historia verídica que ocurrió en la ciudad de Tokio donde una madre soltera un día abandono su hogar dejando a cargo de todo y sus hermanos menores a su hijo de trece años . Lo interesante es como pese a ser un drama nunca se cae en el sentimentalismo, ese artilugio efectista tan trillado, todo es muy sutil, niños de golpe viviendo una vida adulto extrañando a su madre, pero sin llanto, solo con una seca tristeza manifiestan su dolor. Por el temor a que el servicio social los separe y los mande a diferentes familias, ya que son cuatro, dicen no avisar a la policía de que están solos y se las arreglan como pueden, recibiendo cada tanto dinero de su madre que supuestamente está trabajando en otra ciudad, pero con eso no alcanza, al final tienen que mendigar pescado al supermercado, y les cortan el agua por falta de pago. Niños desamparados es verdad, pero se los muestra unidos y dejando una imagen de casi adultos, que contrasta con esa maldita costumbre de subestimar a los chicos que tiene algunos padres. Hecha con actores no profesionales, con la cámara siguiendo todo bien de cerca, dos cosas que le dan un toque realista. El cine independiente siempre sorprende con un cine jugado.

Tuesday, February 05, 2008

Street of love

Cuantos amores se formarían si conocer gente en la calle no fuera algo inhabitual, cuantos rostros que se gustaron hubieran tomado aunque sea un café. A veces pasa, hay que decirlo, pero cuando lindo sería que pasará más a menudo. Y no es un disparate pensar esto, si la gente va con miedo por la calle peor es, las cosas pasan por más precavido que uno esté, ¿no sería bueno que nos miráramos más? ¿Cuantas parejas por día se podrían formar en la calle florida sino estuviera la barrera del anonimato frenando el deseo? Es uno utopía, ya lo sé, hay violadores dando vuelta, como puedo pretender que las chicas se animen más. Sin embargo, algunos sorpresas hay por ahí, alguna sonrisa fugaz pero tierna de agradecimiento de alguna señorita a la que dejamos pasar en el colectivo, o la de alguna vendedora que hace de la venta un arte, y también la de un algún bebe que nos ilumina el día.

Una vez conocí a una chica en el tren, fue una experiencia excitante y cautivadora, una noche nuestras miradas se encontraron y siguieron juntas un tiempo. Fue hace dos años y todavía el recuerdo esta vivo, me encantaría que me vuelva a pasar, lo busco todo el tiempo, por ahora sin suerte. Fue una atracción a primera vista, ella me vio primero y yo le respondí la mirada, yo estaba sentado en un banco en la estación Federico Lacroze esperando que salga el tren y ella pasaba caminando por adentro del tren, nos vimos sin vernos bien y ya ahí nos gustamos. Yo reaccione rápidamente percibiendo algo fuerte y la fui buscar, entonces me senté frente a ella y la magia empezó: fueron dos o tres estaciones de mirarnos fijo a los ojos sin hablar, pero entendiendo todo. En mi papel de hombre tome la iniciativa y le hable de cualquier cosa hasta que me anime a invitarla a salir, y sorpresivamente ella me pidió mi teléfono, a las dos semanas salimos.


¿Vieron que hermoso? ¿No sería bueno abrir más los ojos al amor que ronda por las calles? ¿ No vale la pena correr riesgo, nos emocionante mi historia? ¿ Qué opinan?