Suele suceder que a veces nos encontramos con películas que superan nuestra capacidad de entendimiento, y eso nos genera impotencia, quisiéramos entenderlo todo. Pero el no entender un argumento en su totalidad no significa perder el tiempo, podemos de detenernos en otros detalles igual de interesantes: si nos cuesta seguir el hilo de los diálogos, en lugar de eso podemos prestarle atención a los gestos de los actores; si la trama nos resulta compleja, podemos dejarnos llevar por la banda sonora. Soy de pensar que las buenas obras son las que te generan todo esto, las que te hacen usar el ingenio para encontrarle el sentido. Son aquellas que cuantas más veces uno ve, más comprende, un proceso de aprendizaje. Tener esta actitud ayuda a perderle el miedo al cine vulgarmente llamado de culto. Aunque también puede pasar que estemos viendo algo que supones cine arte, pero que en realidad es una producción de hollywood, porque no siempre las diferencias son tan tajantes. No soy un entendido en la materia, pero confió en mi intuición, ella sabrá guiarme.
Estoy poniéndome al día con el cine: me compré el libro 1001 películas que hay que ver antes de morirse. Es una guía informativo que abarca todos lo géneros del cine, desde lo más experimental hasta lo más comercial. Cada film está acompañado de un pequeño ensayo. El libro es de Steven Jay Schneider hecho con la ayuda de una variada gama de profesionales.
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