En el 2006 estuve dos meses en la ciudad de Ushuaia, necesitaba purificar mi aire, que mis ojos vieran el poder de la naturaleza, alejarme un poco de mi querida y caótica Buenos Aires. Este enorme pedazo de tierra del fuego, se caracteriza por su cosmopolitismo, ya sea por turismo, por ser un puerto internacional, por lo que no resulta extraño ver a marineros rusos comprando todo el vodka posible en las góndolas del mercado o porque el primer blanco en habitarla, fue inglés, más precisamente un pastor anglicano que vino a evangelizar a los indios, su nombre fue Thomas Bridges, en un viaje anterior conocí a uno de sus descendientes en su estancia familiar. Otro de sus atractivos, o mejor dicho rareza, es su arquitectura hibrida, por un lado tenemos las casa de los pioneros hechas de chapa, por el otro algunas de cemento, que datan de la época que se empezó a poblar más la ciudad, y por último las coquetas casas de madera del barrio “casas del sur”, donde residen los burgueses acaudalados, así que no siguió un patrón estético determinado, se hizo los tumbos, pelando contra el impredecible viento patagónico y antártico. Actualmente la construcción crece a un ritmo vertiginoso, hoteles, cabañas soñadas, casas de lujo, complejos, hasta acaparar partes que hasta hace unos años atrás eran casi vírgenes, o por lo menos la frecuentaba poca gente. Como para conocer su historia indígena , tenemos el museo de los “onas”, importante recopilación de objetos( utensilios, lanzas, canoas, etc) que sirven de testimonio de su existencia no tan remota. El presidio, transformado en museo, es la puerta de entrada a las leyendas del petiso orejudo, la de Gardel ( dicen que estuvo preso ahí).
Tuve la suerte de vivir a metros del canal de Beagle, por lo que uno de mis pasatiempos fue mirar los pájaros que planeaban sobre el agua. Como el clima es seco, a veces sentía menos frío que acá, aunque la temperatura fuera más baja. A cada paso que uno da, los fantasmas de los piratas, de Fitz Roy, Darwin, Jimmy Botton , rondan por ahí, perdidos como almas en pena. Por el desequilibrio climatológico que se vive a nivel mundial, y esta isla no queda exceptuada, de pagar este impuesto, yo llegué en septiembre y todavía no había nevado en la ciudad, cosa rara, pero en octubre sí, se desato con toda la furia contenida una hermosa tormenta de nieve, pero no fue como en las películas yanquis en las que todos quedan atrapados en sus casas, no, fue un espectáculos que disfrute desde la ventana, nunca había visto nevar tanto, en cuestión de horas todo quedo cubierto de blanco, el auto casi no se veía, fue lo más lindo que vi en mi vida.
La sociedad Fueguina se maneja en círculos cerrados, hay poca vida social al aire libre, las razones son obvias, la poca que hay transcurre en las casas, bares o restoranes, al abrigo del calor. Una tarde que caminaba sin rumbo fijo me metí en una feria ( cubierta) donde conocí a uno de esos personajes típicos de Usuahia, los trotamundos, una húngara que hacía un par de años se había establecido ahí, que hacía unos ceniceros de hoja de lenga muy bonitos. Lo que me pareció loco, fue que siendo la mina traductora en 5 idiomas, habiendo estudiado arte en España, elegía vivir al día de las artesanías en una pensión de mala muerte con prostitutas y marineros, una aventurera que me conquisto.
link: ONAS
La naturaleza que me rodeaba era impactante, sus silencios me ayudaron a mirar hacia mi interior, hasta que llego el momento de volver a reencontrarme con mi gente, ya había absorbido todo lo que necesitaba para volver a casa renovado y feliz……
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