Su avenida más linda se llama Wernike, tiene 8 cuadras y a los costados está adornada con enormes árboles de eucaliptos centenarios, casas grandes estilo Alemán con mucho jardín, condominios de edificios a la italiana con jardín compartido, chalets de tamaños importantes, casas más modestas, y el nuevo negocio: tirar abajo un caserón del siglo pasado, y en ese terreno hacer 5, 4, 7, todos los duplex que se puedan (por suerte los vecinos hicieron que se ponga un limite a tal genocidio). Por lo general el barrio sigue ese patrón arquitectónico. Las calles tienen nombres de: aviadores, pintores y flores, se entrecruzan de manera laberíntica, muchas son sin salida, si no conoces es fácil que te pierdas. Por todos lados hay árboles, las cotorras cotorrean todo el día, los pajaritos pían contentos y las palomas invaden las plazas. A la hora de la siesta, no es como en el campo que no hay un alma en la calle, hay movimiento pero tranquilo, recién a la salida de los colegios se pone más caótico el transito. Tiene 4 establecimientos educativos públicos y tres privados, yo fui a uno de los últimos: resulta que en sus comienzos, el colegio donde hice la primaria había sido solamente un jardín de infantes (hice el jardín ahí también) que se llamaba “ los pinitos”, nadie sabe porque , pero cuando se agrego la primaria se seguía llamando igual. Y esto a muchos nos genero un conflicto, ya que cuando fuimos más grandecitos y tomamos conciencia de que íbamos a un colegio con nombre de jardín de infantes, supimos que estábamos condenados. Los chicos de las demás escuelas nos tenían como los nenes de mamá, y sí, en el fondo los éramos, nos cuidaban mucho. Se jugaba al juego de las apariencias, a mostrar lo importante que era cada familia. Y esto se debía a que en el colegio había hijos de gerentes de banco, pero también gente sin mucho dinero, que mandaban a sus hijos a ese establecimiento con mucho esfuerzo, porque se suponía que era el mejor colegio de la zona. Cuando termine séptimo grado, ya habían agregado secundario, y se hizo el milagro: por lo menos los chicos del secundario no iban a sufrir las cargadas, ya que le pusieron otro nombre, se llamo “ Alas”, igual sonaba cursi. Preferí no quedarme, y me hice un estudiante nómada ; un club, donde hice fútbol y natación en la pubertad, fracase las dos veces, y pesas y natación de grande, ya por motus propio ; tenía un cine, donde mi amado colegio realizaba las emotivas fiestas de fin de año, con sus correspondientes entregas de premios de torneos varios organizados por la institución, obras teatrales vergonzosas hechas por padres o hijos, y toda animado con la música de Baglietto para provocar un efecto emotivo en los espectadores; un centro cultural, de reciente inauguración, al que fui a una vez y no me gusto, me dio la sensación que lo que buscan es hacer plata, más que promocionar el arte; una biblioteca que un febrero caluroso fue testigo de mis primeras, movilizantes , transformadoras y electrizantes lecturas de Nietszche que dieron vitalidad a mi pensamiento: termine de entender que díos es una idea inventada por los hombres, que sentir culpa es un cáncer y que los idolos son de barro ;3 iglesias, en una se cansaron mis padres; 6 plazas, una estaba a la vuelta de mi primera casa; y una salita municipal hecha por un intendente dinosaurio en la que alguna vez me saque un par de caries de apuro.
Es como una isla secreta en la zona oeste del conurbano bonaerense, limita con Caseros , Martín Coronado, y está muy cerca de Hurlinghan. No hay dudas de que es mucho más lindo barrio que sus vecinos, el barrio inglés de Hurlinghan es la excepción. Mucha gente de la capital viene aquí a buscar tranquilidad, especialmente los llamados “nuevos ricos”, que se construyen sus casas hiper-sofisticadas o se van a vivir al barrio privado que hay donde antes había una quinta enorme.Se comenta que viven en mi barrio algunos ex jerarcas nazis, yo sospecho de uno: vive en la calle picasso (pasan muy poco coches por ahí) a la vuelta de la casa donde pase parte de mi infancia y toda mi adolescencia. Cuando era chico y daba vueltas a la manzana con mi bicicleta, yo y mis amigos lo veíamos, es un señor grandote, un poco gordo y canoso. Nos llamaba la atención que siempre tenía las persianas de su casa cerradas, y lo único que hacía era arreglar su poncho en su garaje, dar una vuelta y volver, tenía poco trato con los vecinos. En esos tiempos de juegos, mis amigos habían inventado uno muy innovador: se llamaba el indio, consistía en jugar a las escondidas pero en lugar de esconderse detrás de los árboles, adentro de los jardines de las casas de los vecinos (en esos tiempos no había tantas rejas, y la gente no estaba tan asustada). La cuadra tranquila invitaba a callejear todo el día, los días de semana jugábamos hasta que anochecía, en verano nos quedábamos hasta bien entrada la noche.Cuando pasamos de la pubertad a la adolescencia, ya no eran juegos; eran maldades lo que hacíamos. Con mi amigo tincho de toda la vida, con el que vivimos a media cuadra de distancia durante más de 10 años; nos divertíamos, las noches que no nos dejaban nuestros padres ir a algún baile, llamando a las rotiserias, pizzerías y heladerías para hacer pedidos falsos con los números de las casas de los vecinos de la cuadra. Lo hacíamos desde la casa de él por una cuestión estratégica. Su casa estaba en Picasso 911, y tenía en la entrada como un porche cerrado con ventanas de vidrios (era como un zaguán pero cuadrado) uno desde ahí podía ver el movimiento de la calle. El modus operandi era así: llamar, apagar las luces de la casa, y esconderse en el porche, asomando apenas la cabeza para ver como iban llegando los repartidores engañados, uno a uno iban rebotando en las casas o no había nadie, nos moríamos de la risa, pero nos teníamos que contener hasta que no viniera ninguno más, por las dudas que nos descubrieran. Seguramente después de estas bromas muchas habrán implementado lo del código de identificación de cliente.En los días primaverales el aroma de las flores se entre mezcla con el de la marihuana, es una entidad.Los chicos los sábados a la noche van un bulevar, con un parecido a plaza serrano, con bares, restoranes, pizzerías, donde se juntan a beber conversar, fumarse un fasito y filosofar.
El dato cholulo es que en este barrio vivieron, viven o lo visitaron alguna vez: Luca Prodan, León Gieco, Charly García, los hermanos Moyo, Sokol, Pettinato, Walter Malosetti, Ciro Martínez, Santolalla, y alguno más que desconozco. Algunos todavía se los ve, otros ya no están. Cuando cae la tarde si uno se va a caminar por ahí, es cosa de todos los días escuchar a las bandas ensayar en las casas o departamentos, a mi barrio el rock se le sale por los poros. Esto fue inmortalizado por los divididos en su tema “ qué ves”, donde mencionan a la chapita porrón el palomar, mítico bolichon de estación, punto de encuentro de alcohólicos irrecuperables, que ya no existe.
Ah, me falto decirles, se llama ciudad jardín Lomas del Palomar y tiene 64 años de vida.
Tuesday, November 11, 2008
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2 comments:
Santiago, vivo muy lejos de tu barrio pero lo conocí de casualidad (paseé en dos ocasiones) y que me haya dado cuenta de que lugar hablas, mucho antes de llegar a la mitad del post, es una clara muestra de tu poder descriptivo y la forma en que transmitís el espíritu del barrio.
Me colgué un rato con el blog, esta bueno, saludos
Gracias por los elogios...
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