Hay cosas que nos despiertan de la apatía en la que caemos a veces, puede ser una novela, un poema, una canción o una melodía, que nos alertan cuando nuestra alma se está volviendo servil, cuando su fuego deja de arder, es un aviso de que nuestros sueños nos están esperando, quieren una concreción. ¿Cuántos proyectos abandonamos antes de intentarlo, por dejarnos llevar por los consejos equivocados: aquellos que bajo su apariencia de sensatez eran destructores? Noto que mucha gente, y me incluyo, le tiene miedo a pelear por lo que realmente quiere, parece que de chicos nos vendieron un par de formulas de vida y como niños obedientes las compramos, pero ahora como adultos nos sentimos frustrados, nos cuesta volver a recobrar la fuerza de antaño. Pienso que los padres que no apoyan a sus hijos en lo que eligen para su vida, y que por ejemplo los tratan de delirantes porque quieren ser pintores, dejando se llevar por el mito de que el pintor se muere de hambre, son asesinos, y estaría bueno que como forma de redimirse, sean obligados por la ley a ser un tratamiento psicológico para que aprendan a criar hijos.
Hoy estaba leyendo una novela y un párrafo de ella me hizo caer en la cuenta de todo esto, y de que en mi interior a mucha fuerza acumulada esperando a salir, pero que tenga cuidado con los que se creen dueños de la verdad y proclaman demasiada cautela, ellos no arden de pasión por nada, viven para las tradiciones de abogados y médicos fracasados. Hay un maldito condicionamiento que todos de alguna forma padecemos, hay que derribarlo y lanzarse con fervor hacia donde nosotros tenemos la certeza queremos llegar, siendo totalmente intransigentes, el que transa está muy cerca de la muerte en vida, y eso significa dejarse llevar por los convencionalismos sociales prósperos en infelicidad. Esto para mí es respirar, es gritar un poco esa verdad reprimida que otros callan, metidos en su traje de gran señor importante, acatando todos los dictámenes del establishmente conservador, porque son animales de rebaño que se lo llevan para el matadero.
4 comments:
Al respecto recomiendo hacerse una pregunta clave: qué haríamos si no sintiéramos miedo al fracaso?
Y... creo que nos animariamos más, no sé si tendríamos el éxito asegurado pero por lo menos no nos acobardariamos tanto.
Muy buen post.
Animarse es otra forma de ser idealista :)
Yo elegí una carrera sin salida laboral y mis padres me apoyaron para que haga "lo que me gusta" pero en realidad yo no tenía mucha idea.
Está bueno perseguir los sueños pero hay que estar muy seguro y tener mucho empuje y ambición para concretarlos...
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