Monday, November 15, 2010

cuenta pendiente




Tocar un instrumento es una experiencia que nos exige total entrega a ese momento mágico, en que hacemos que brote la música. Será porque la música es algo tan ancestral como la tierra, que todo aquel que agarra un instrumento siente una emoción especial cuando logra sacarle algún sonido. Por mas que no sepamos tocar ninguno, alguna vez agarramos a alguno y jugamos con con él, es muy raro que alguien no sienta aunque sea una mínima atracción por la música. La necesitamos para bailar, relajarnos, crear, emocionarnos, alegrarnos, deprimirnos (este es su uso neurótico) extasiarnos, entender cosas, meditar, soñar, añorar.Algunos dicen que no podrían vivir sin ella, otros se atreven a decir que si podrían. Como poder se puede, no es agua, pero para algunos es un bálsamo para su espíritu, un ramalazo de euforia, una necesidad fisiológica, la razón de vivir. Podemos no leer, no escribir, ¿ pero quien no escucha música? Aunque no compremos discos y no bajemos música por Internet, en algún lado la escuchamos y ella produce su efecto en nosotros. Desde los primeros aborígenes, pasando por Mozart y Bach hasta llegar a los rockeros modernos, la música fue hecha para reflejar gustos estéticos, espirituales, para hacer ofrendas a los dioses, regalos a la tierra, para los carnavales y festividades religiosas. El poder de la música llega a lo terapéutico, ser humanos es sentir algo cuando se la escucha.

Es lindo que haya tantas bandas de rock por doquier, eso quiero decir que hay mucha gente con ganas de expresarse y eso es salud. Jóvenes y no tan jóvenes con proyectos, que se juntas a hacer algo, en este caso música, para en la mayoría de los casos, un pequeño círculo de gente que los va a ver más por amistad que otra cosa. Algunos se vuelven populares, otros se quedan a mitad de camino, y la mayoría quedan en el anonimato total. Son todos puñados de sueños, hippies suburbanos, fumadores de porros compulsivos y tomadores de birra a granel. El rock es la expresión de una juventud inquieta que quiere vivir la vida a su manera, que no le interesa la religión, abierta, autodestructiva, capaz. Lo positivo de esto es que el rock goza de buena salud, y la ciudad es una fábrica de sueños rockeros.


Mi relación con la música es estrecha, en la primaria toque un poco de flauta dulce, alguna vez rasgue una guitarra y llegué a tocar melodías sencillas en un órgano. El instrumento que más me seduce por su sonido es el saxo, me atrapa por su sensualidad. Algún día voy a aprender a tocarlo, a la música le debo muchos momentos de felicidad.

1 comment:

Ignacio Vanini said...

Me quedo con estas dos frases, que de alguna manera resumen este escrito tuyo:

"La música es salud"
"La ciudad es una fábrica de sueños roqueros"