Fatun, palabra que latín significa destino, hermosa reliquia léxica. ¿Es posible que nuestra historia ya esté escrita de ante mano? ¿Podemos cambiarla sino nos gusta el rumbo que está tomando? ¿Uno es más valiente aceptando lo que le toca o haciendo todo lo posible para modificarlo? Da miedo pensar en la posibilidad de que algo nos impida lograr lo anhelado por más esfuerzo que se haga, ¿estaremos predestinados? Lo cierto es que hubo grandes artistas que murieron sin haber sido conocidos, y quizá no es que estuvieron condenados al anonimato, sino que nunca les intereso la fama literaria. Lo único que nos queda es seguir soñando en que algún día alcanzaremos la cima donde yacen nuestras metas y que ningún diabólico fatun se interpondrá. Nada es seguro, sólo que tenemos que seguir intentándolo. Y que mejor manera de cerrar este post que con una pregunta final: ¿y si lo que nos depara el destino es lo mejor que nos puede pasar, aún cuando creamos que es lo peor? ¿Estaríamos preparados para aceptarlo?
La foto es de Isidoro Blainsten, uno de los mejores cuentistas de la literatura argentina, que no muchos conocen.
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