A los usos que se les suelen dar a las bibliotecas públicas, yo le agregaría uno que es estrictamente personal, el de templo de meditación: Ya que cuando voy mi mente sabe que toda su atención y energía tiene que estar enfocada en la lectura, teniendo menos posibilidades de distracción que en mi casa. Si estoy en ella, el teléfono me puede desconcentrar, la computadora tentar a dejar de leer, la tv estorbar un buen momento y el lava ropas alterar la armonía. Y no es solamente leer lo que hago en ese recinto, sino poner la mente en blanco y contemplar los paisajes librescos que me rodean. Un ejemplo extremo que muestra una de las ventajas de este aislamiento son los presos, que al no tener nada que hacer, algunos se vuelcan a la lectura hasta el punto de llegar a recibirse de abogados estando en prisión. No se pueden comparar una cosa con la otra, pero me parece que el encierro en una biblioteca es el estado más íntimo que se puede lograr con los libros.
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