Mi fervor por la lectura nació aproximadamente a mis 22 años; antes mi vida se trataba de otra cosa. A partir de entonces, mis hábitos fueron cambiando paulatinamente para bien. Sí, en general se suele empezar la vida de léctor a más temprana edad, pero a mí me tocó de grande y valió la pena. Las primeras dos semillas que encendieron el fuego fueron “100 cien años de soledad “ de Gabriel García Márquez y “ La tregua” de Mario Bennedeti, los dos fueron un regalo de mi padre, a quien le estoy muy agradecido por haberme iniciado en las letras. Luego de haber leído la obra maestra de Gabo, me enamoré de su literatura caribeña y leí algunos libros más de él. Otro tesoro de mis comienzos fue “El retrato de Dorian Gray” de Oscar Wilde, otro regalo paterno. Es una de mis novelas favoritas, que releí varias veces. Los años fueron pasando y fui conociendo nuevos autores y leyendo cosas más complejas para ir creciendo. Borges decía “uno no es por lo que escribe, sino por lo que ha leído.” Yo por mi parte, digo que parte de mi identidad se la debo a los libros que he leído. Algunos no están de acuerdo conmigo, prefieran no ser tan influenciados por el pensamiento de otro. Uno de mis mayores placeres es mirar mi biblioteca y ver como se va poblando de libros, son como mis hijos adoptivos, el día que escriba uno va ser mi hijo intelectual de mi propia sangre literaria.
Friday, May 18, 2007
Historia de un léctor
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