Leyendas milenarias

Por lo general la mayoría de la gente no sabe de mitología, no es un tema fácil como el fútbol o la política, que aún sabiendo poco y nada uno se las arregla para hilvanar alguna idea. Para los profanos en estas historias inmemoriales, resulta frustrante leer alguna novela o cuenta; escuchar alguna canción; ver alguna película o opera, y que nos nombren a alguna divinidad o monstruo mitológico y sentir que nos hablan en otro idioma, es feo, a mí me pasa. Por esa razón saque de mi diccionario de mitología abreaviado algunas definiciones que pueden serles de utilidad:

Nibelungos: Según las antiguas leyendas Germánicas eran enanos muy ricos que poseían grandes tesoros. Los Nibelungos se dedicaban a extraer oro y joyas de las profundas minas. Su nombre significa: habitantes de la oscuridad.

Valkirias, Las: Iban vestidas como guerreras o doncellas cubiertas con plumas de cisne, en vez de corazas y cascos. Podían volar con facilidad, y si alguien las sorprendía y conseguía quitarte su túnica de plumas, quedaban a su merced y estaban obligados a obedecerle.

Este tema está presente en el gran poema medieval la canción de los Nibelungos, en el que varias Valkirias fueran sorprendidas mientras se bañaban en un lago por Hagen, que se apropió de sus túnicas de plumas y no se las devolvió hasta que le dijeron el destino del ejército de los burgondes, que se había encaminado al país de los hunos.

El amor de estas doncellas podía ser conquistado por ciertos afortunados. Cuenta una leyenda de Islandia que una Valkiria de nombre Kara acompañaba y ayudaba siempre en los combates a su amado Helgi. Dejaba oír cantos tan dulces y melodiosos que los enemigos, embelesados, perdían todo el vigor y dejaban de combatir. Hasta que un día, Helgi, al levantar súbitamente su espada para abatir a su adversario, hirió a Kara-que volaba sobre él- y la mató.

Incubos: Seres malignos que, según se creía, venían por la noche a estrechar a los varones y a las mujeres para ahogarlos con el peso de sus cuerpos. Los faunos y sátiros llegaron a recibir además el nombre de incubos, a causa de su deshonestidad. Fueron imaginados a modo de demonios que atormentaban con sueños obscenos e incluso con realidades, a las personas que habían hecho voto de castidad.