Tuesday, July 14, 2009

El seguridad sensible


Los vemos en los shopings, locales a la calle, depósitos, supermercados, bancos, boliches, museos, entradas de edificios lujosos, estaciones de trenes, playas, en las esquinas de los barrios residenciales, terminales de micro, empresas multinacionales. Ellos vigilan, son un termómetro humano que mide el grado de potencial peligrosidad de una persona. No todos pueden portar armas, por lo general están para vigilar no para actuar. Si pasa algo grave llaman a la policía. Al menos que sean ex milicos, policías retirados o hayan sido capacitados para disparar. En los trenes usan palos, por si alguno se les retoba. Dado el puesto que ejercen, siempre se los ve serios, duros, controladores, grandotes, musculosas. También están los gordos pelados, que no pueden correr ni dos metros porque se cansan. Si nos guiamos por los prejuicios, ellos son para nosotros personas vulgares, que ni terminaron el secundario, brutos, o sea unos fracasados. Esto significa, que una chica de clase media alta con estudios, nunca le daría bola a uno de seguridad, para ellas son inexistentes.


Los de las garitas, que están en los barrios residenciales, suelen ser amables con los vecinos; en cambio los que están en los supermercados y shopings, son casi muertos vivos, a no ser que haya acción y tengan permiso para disparar; en los trenes tienen que ponerse firmes, cuando hay alguna disputa, entre vendedores ambulantes y bajarlos del tren; en los museos son fantasmas, están pero no están, es poco probable que entren a robar un museo, eso pasa más seguidos en las películas; y los más violentos están en los boliches


Yo conocí a uno especial, y seguramente hay más. Esto que voy a contar es totalmente verídico, y demuestra que cada tanto se encuentra creciendo una rosa en las orillas de un pantano: Yo trabajo para una consultora que tiene como cliente a IBM. La semana pasado, nos mandaron a hacer un inventario a uno de sus depósitos que está en puerto madero. El primer día, a un compañero de trabajo, uno de seguridad lo empujo. No violentamente, simplemente le puso una mano en el pecho para frenarlo, cuando estaba por entrar, Esto fue el martes, el miércoles lo agarro el de seguridad, no recuerdo su nombre, y le dijo. “Discúlpame por lo de ayer, yo soy nuevo acá, y no sabía quien eras. Yo no tengo carácter para este trabajo, pero como tengo 45 años y no tengo estudios, no me dan trabajo de otra cosa. “Todo bien loco”, le respondió mi compañero, Diego. “¿Con quien vivís?”, se intereso por el guardia. “ Vivo con mi madre, mis cinco hermanos ya están casados”, dijo con un dejo de tristeza . A todo esto, yo estaba cerca de ellos escuchando la conversación. Diego se conmovió, y dijo que le iba a regalar una remera de su banda de rock. Yo me quede pensando: “ La vida es dura, este tipo se merece algo mejor.” A partir de ese momento, hasta el viernes última día de trabajo ahí, cada vez que me abría la puerta hermética para ir al baño, se lo pedía con mucha amabilidad, quería que se sienta valorado, y lo logre. Note que no estaba acostumbrado, es como que lo sorprendía que le pidiesen bien las cosas. El jueves se me ocurrió que lo mejor que podía hacer por él, era regalarle un libro. Yo había leído, “ el poder del ahora”, de Eckart Tolle, y pensé que era el adecuado. Es un libro que da mucha fortaleza espiritual y ayuda a valorarnos más. Cómo había escuchado que no le gustaba su trabajo, pensé que leerlo lo ayudaría a salir adelante. Me puse en marcha, el jueves lo mande a fotocopiar, no estaba para el viernes, así que no se lo pude dar en persona. Como el coordinador iba para allá el martes, se lo mandé por él, espero que en este momento lo este disfrutando. Seguramente fue boludeado en muchos trabajos de este tipo, por ser un guardia de seguridad de buen corazón. Mi gesto seguramente será un gran regala para él.

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