Algunos escritores jóvenes o aspirantes a serlo, padecen de una enfermedad llamada ansiedad por el logro: publicar, ganar premios, ser reconocido por la critica, pegar un best seller, que los entrevisten. Todo un tema hay que saber manejar, para no caer en la frustración que lleva a claudicar, cuando no salen las cosas en los tiempos previstos. Se puede recurrir a la terapia; libros de autoayuda; yoga; actividad física, para tratar que la ansiedad no quite las ganas de escribir.
Todo esfuerzo para llegar a una meta, vale la pena. Si uno vence esta enfermedad, y se convierte en un escritor exitoso, es lo máximo. Igualmente no es tan importante el reconocimiento externo. Cuando un gran escritor ya es viejo, sus más valiosos recuerdos son: el primer libro que leyó, el primer cuento que escribió, de cuando se dio cuenta que quería ser escritor; y no tanto de los premios ganados.
Al final de la vida, lo que más valoramos es lo simple. Por más que un escritor haya ganado el premio Nobel, justo antes de morir: es más probable que se acuerde de sus seres queridos; que de cualquier galardón literario.
Por eso digo, no hay que desesperarse por figurar. Hay más bien que disfrutar del placer de escribir.
Wednesday, July 08, 2009
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